El flamenco es un arte muy variopinto que muestra numerosos sentimientos a través de su expresión, desde la alegría más festera que da un baile por sevillanas, hasta la pena más honda que canta una soleá. Y es este uno de los cantes más complejos, que abarca a otros muchos dentro de sí, ofreciendo variantes únicas como la soleá por bulerías, o las cantiñas, el polo o la caña.
Son muchos los cantaores que se decantan por este palo del flamenco y los expresan con el mayor de los desgarros en un espectáculo de flamenco en Sevilla, estremeciendo a cualquiera que lo vea. Y es que la soleá, denominada así a partir del término soledad, transmite normalmente una pena profunda no solo con su letra, sino con la manera en que se dice. Un cante único y diverso, tan diverso como la geografía andaluza, que también dio terminaciones geográficas a este cante, como las soleares de Triana de Antonio Mairena, las de Utrera de las hermanas Fernanda y Bernarda o la soleá de Jerez de la Paquera.